Cardenal Tobin: El Vía Crucis

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Vol. 6. No. 16

Mis queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Hace cinco años, durante la Semana Santa de 2020, ofrecí las reflexiones que figuran a continuación como una forma de rezar el Vía Crucis en respuesta a la pandemia de coronavirus que causó tanto sufrimiento y muerte y que angustió y atemorizó a millones de personas. Gracias a Dios, los efectos inmediatos de esta pandemia han quedado atrás, pero muchos de nuestros hermanos y hermanas siguen sufriendo penurias económicas, aislamiento, racismo, injusticia y los horrores de la guerra. He dejado las referencias a la pandemia (Coronavirus 19) tal como fueron escritas originalmente, pero les invito a leerlas en el contexto de todos los males que estamos viviendo en el mundo actual.

El Vía Crucis es un viaje que hacemos con Jesús como pueblo peregrino. Al compartir el sufrimiento y la muerte de Cristo como Peregrinos de la Esperanza en este Año Jubilar, afirmamos nuestra cercanía a Él y a todos nuestros hermanos y hermanas del mundo entero.

San Alfonso de Ligorio, que fundó mi comunidad religiosa, la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas) en Italia en 1732, escribió una serie de meditaciones sobre el Vía Crucis. Las meditaciones y oraciones de San Alfonso son fuente de consuelo y esperanza para todos los que las leen, especialmente en tiempos difíciles como los actuales. Esta versión popular de la antigua devoción cristiana al Vía Crucis, que he adaptado para nuestros propósitos de hoy, se sigue utilizando en muchos lugares del mundo.

El “Mensaje del Papa Francisco” incluido a continuación es la oración que ofreció durante el Vía Crucis celebrado en el Coliseo el Viernes Santo de 2019. En esta oración, nuestro Santo Padre nos invita a ver en la Cruz de Cristo todas las cruces del mundo, y a unir todo el sufrimiento humano al sacrificio realizado por nuestro Redentor el primer Viernes Santo. Mientras el Papa Francisco continúa recuperándose de su grave enfermedad, recemos con él: “Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de tu victoria definitiva sobre todo mal y sobre toda muerte. Amén”.

Por favor, únanse a mí en el rezo del Vía Crucis como fue meditado por San Alfonso. Prometo acordarme de ustedes y de todos sus seres queridos. Por favor, recen también por mí.

Sinceramente suyo en Cristo Redentor,
Cardenal Joseph W. Tobin, C.Ss.R.
Arzobispo de Newark


Vía Crucis inspirado en San Alfonso María de Ligorio

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A continuación, se muestran las 14 estaciones tradicionales seguidas de las palabras de San Alfonso, que comienzan con el “Considera”. Cada estación debe ser precedida por la antífona tradicional:

Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Después de cada estación se nos invita a rezar un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.

Primera estación: Jesús es Condenado a Muerte
“Considera cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinas, fue injustamente sentenciado por Pilatos a morir crucificado”.

Reflexión
La vida no es siempre justa. Nadie merece morir de un virus mortal. Nadie debería sufrir, especialmente los pobres y vulnerables, por falta de atención médica adecuada o por negligencia. Al caminar junto a Jesús, quien fue víctima inocente de la injusticia, y que fue abandonado por muchos de los que estaban cerca de él, pidamos la fuerza para estar al lado de nuestros hermanos y hermanas en este difícil momento.

Segunda Estación: Jesús Carga con la Cruz
 “Considera cómo Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en nosotros y ofreciendo a su Padre por nuestra salvación la muerte que iba a padecer”.

Reflexión
En su hora más oscura, Jesús no piensa en sí mismo. Él carga su cruz, soportándola por nuestro bien. Pidámosle a Jesús que nos ayude a ofrecer las dificultades que debemos soportar por la salud y el bienestar de los demás. Que podamos cargar con nuestras cruces de buena gana ofreciéndolo por el bienestar de los enfermos y moribundos, por los que los cuidan y por todos los que se arriesgan a sí mismos para servir a los que lo necesitan.

Tercera Estación: Jesús Cae por Primera Vez
“Considera esta primera caída de Jesús debajo de la cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino”.

Reflexión
No podemos evitar tropezar y caer mientras tratamos de responder a esta situación completamente nueva y sin precedentes a la que se enfrenta el mundo entero. Quizás perdamos la paciencia y arremetamos con ira contra alguien cercano a nosotros. O quizás tengamos tanto miedo que estemos tentados a rendirnos. Jesús sabe cómo nos sentimos. Pidámosle que nos ayude a levantarnos después de caer para que podamos ayudar a otros cuando lo necesiten.

Cuarta Estación: Jesús se Encuentra con su Madre
“Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueron otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones”.

Reflexión
¡Qué consuelo es tener una madre tan tierna y amorosa! Por eso siempre recurrimos a María en tiempos de guerra, pestilencia y hambre. Por eso buscamos su intercesión, su consuelo y su inagotable ayuda. El corazón de María fue herido por el sufrimiento infligido en su Hijo. Ella siente nuestro dolor y comparte nuestra tristeza. Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, suplica a nuestro Dios amoroso por el fin de esta peste y por la salud y seguridad de todos tus hijos.

Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar su Cruz
“Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado madero”.

Reflexión
Simón el Cirineo fue, en el mejor de los casos, un ayudante renuente obligado por los soldados romanos a ayudar a Jesús a llevar su cruz. Si somos honestos, ninguno de nosotros está ansioso por echarse encima la carga por el bien del otro, pero como Simón aprendió, la verdadera caridad es su propia recompensa. Al ayudar a otros a llevar su cruz, nuestra propia carga se vuelve más ligera. Pidámosle a Jesús la gracia de enfrentar nuestra propia falta de voluntad para que podamos ayudar a otros a aligerar su carga.

Sexta Estación: La Verónica Enjuga el Rostro de Jesús
“Considera como la Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo, y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen”.

Reflexión
En momentos como estos, aprendemos que los simples actos de bondad pueden tener un enorme impacto en aquellos que están enfermos, sufriendo o con miedo. La tradición dice que Verónica le ofreció una toalla a Jesús para que Él pudiera limpiarse el sudor y la sangre de su rostro. A cambio, Jesús se la devolvió indeleblemente grabada con su propia imagen. Pidamos a nuestro Señor la gracia de ser amables y amorosos. Enfrentemos este momento de prueba e incertidumbre con la confianza de que tenemos el rostro de Jesús grabado en nuestros corazones.

Séptima Estación: Jesús Cae por Segunda Vez
“Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor”.

Reflexión
San Alfonso dice que la segunda caída de Jesús bajo la cruz “renueva el dolor de todas las heridas de la cabeza y los miembros de nuestro afligido Señor “. Hoy, podríamos decir que nuestra Iglesia está muy dolorosamente consciente de las heridas infligidas en el Cuerpo de Cristo por los pecados de obispos y sacerdotes que fallaron miserablemente en su deber de cuidar al pueblo de Dios. Pidamos a Jesús que ayude a nuestra Iglesia herida para que vuelva a levantarse, como lo hizo él, y continuar llevando nuestras cruces por el bien de todo el pueblo de Dios.

Octava Estación: Jesús Consuela a las Mujeres de Jerusalén
“Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimoso estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloren por mí, sino por vosotras mismas y por vuestros hijos”.

Reflexión
Las mujeres que lloran por Jesús comparten con él su amor y compasión, haciéndole saber cuánto se preocupan por él. Seguramente es un gran consuelo para él saber que no está solo, incluso en este camino solitario hacia su cruel muerte. Pero, como siempre, Jesús no está preocupado por sí mismo. Se preocupa por nosotros. “No llores por mí, sino por tus hijos” es la forma de Dios de advertirles a ellos -y a todos nosotros-  que cuiden de sus familias y de los demás, especialmente en estos tiempos difíciles.

Novena Estación: Jesús Cae por Tercera Vez
“Considera la tercera caída de Jesús. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse”.

Reflexión
San Alfonso dice que la crueldad de los verdugos de Cristo era tan grande que cae por tercera vez sin “apenas fuerzas para moverse”. Hay algo extremadamente cruel en una enfermedad que parece dirigirse a las personas mayores y enfermas. Para contrarrestar esta crueldad, pidamos a Jesús la gracia de irradiar amabilidad y generosidad. Cuidemos unos de otros con extraordinaria caridad, como el buen samaritano en el Evangelio de San Lucas.

Décima Estación: Jesús es Despojado de sus Vestiduras
“Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancarán también con ella la piel de su sagrado cuerpo”.

Reflexión
Imagínate que te arrancan la ropa con tanta violencia que abren tus heridas y rasgan la piel de tu cuerpo. La humillación que Jesús tuvo que soportar en el camino de cruz fue un anticipo del dolor y el sufrimiento de los mártires cristianos que vinieron después de él. También demostró que entendía lo que experimentan las víctimas del coronavirus y todas las enfermedades fatales en sus momentos más oscuros de angustia e incertidumbre. Oremos por todos los que sufren y todos los que los cuidan.

Undécima Estación: Jesús es Clavado en la Cruz
“Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y, después, levantan la Cruz en alto dejándole morir de dolor sobre aquel patíbulo infame”.

Reflexión
Al ser levantado en la cruz Jesús se ofreció a sí mismo al Padre por nuestro bien. Él aceptó la crueldad e injusticia de esta horrible forma de pena capital por obediencia a la voluntad de su Padre y por amor a nosotros. En medio de la dificultad que tenemos para entender y aceptar la pandemia actual, Jesús nos muestra el camino para dejar a un lado nuestro miedo y enojo confiando en que Dios está con nosotros siempre. Pidamos por la aceptación y la fidelidad a la voluntad de Dios.

Duodécima estación: Jesús Muere en la Cruz
“Considera cómo Jesús, después de tres horas de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y expira en la Cruz”.

Reflexión
La muerte es un gran misterio. No lo entendemos y nos resistimos a ella con todas nuestras fuerzas. Jesús no fue diferente. Su humanidad luchó valientemente contra ella durante tres horas hasta que “consumido por la angustia” se abandonó en las manos amorosas de su Padre y murió. Con María, su madre y nuestra madre, lamentamos su muerte. Con la certeza que proviene solo de la fe, sabemos que él es la resurrección y la vida. Pero, en este momento, la tristeza y el dolor son abrumadores. Oremos por todos los que lloran la pérdida de sus seres queridos durante este tiempo terrible. Oremos para que experimenten el consuelo de María y de todos los santos y ángeles, en este tiempo de dolor.

 Décimo tercera estación: Jesús es Bajado de la Cruz
“Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos: José y Nicodemo, y le depositaron en brazos de su afligida Madre, María, que le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor”.

Reflexión
Todos hemos visto imágenes de la Piedad de Miguel Ángel y otros grandes artistas. Hay algo en esta escena que es profundamente triste y a la vez consoladora al ver a Cristo crucificado en los brazos de su madre. En este tiempo en el que en todo el mundo hay sufrimiento y muerte, oremos para que todas las víctimas del coronavirus, vivas y difuntas, encuentren consuelo y esperanza en los brazos amorosos de María, la Madre Dolorosa y la Madre de la Santa Esperanza.

Décimo cuarta Estación: Jesús es Colocado en el Sepulcro
“Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar a Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron”.

Reflexión
Nuestra fe nos asegura que el Santo Sepulcro, la tumba en la que Jesús fue depositado, no debía ser su lugar permanente de descanso. Pero en el momento en que los discípulos colocaron allí su cuerpo debió de significar un final amargo para todas sus esperanzas. El encierro que estamos experimentando ahora nos puede recordar a una tumba. Estamos atrapados sin poder salir y vivir nuestras vidas como normalmente haríamos. ¡Y muchos de nosotros no podemos dar a nuestros seres queridos los servicios funerarios que se merecen! Oremos para que este entierro virtual termine pronto. ¡Oremos para que, a través de la resurrección de Jesús, seamos redimidos por el amor de Dios y experimentemos una vez más la alegría de la Pascua!

San Alfonso María de Ligorio, Ruega por Nosotros. Amén.


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Un Mensaje del Papa Francisco: Palabras de Desafío y Esperanza

Oración del Papa Francisco por el Viernes Santo

Señor Jesús, ayúdanos a ver en tu Cruz todas las cruces del mundo:

la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor;

la cruz de las personas solas y abandonadas incluso por sus propios hijos y parientes;

la cruz de los pueblos sedientos de justicia y paz;

la cruz de las personas que no tienen el consuelo de la fe;

la cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y de la soledad;

la cruz de los migrantes que encuentran puertas cerradas por miedo y corazones blindados por cálculos políticos;

la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza;

la cruz de la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura de lo momentáneo;

la cruz de las familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la ligereza homicida y el egoísmo;

la cruz de los consagrados que buscan incansablemente llevar tu luz al mundo y se sienten rechazados, ridiculizados y humillados;

la cruz de los consagrados que, por el camino, han olvidado su primer amor;

la cruz de tus hijos que, creyendo en ti y tratando de vivir de acuerdo con tu palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familiares y sus coetáneos;

la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras numerosas promesas rotas;

la cruz de tu Iglesia que, fiel a tu Evangelio, le cuesta llevar tu amor también a los mismos bautizados;

la cruz de la Iglesia, tu esposa, que se siente continuamente atacada desde dentro y desde fuera;

la cruz de nuestra casa común que se marchita ante nuestros ojos egoístas y ciegos por la codicia y el poder.

Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte. Amén.(Via Crucis en el Coliseo, April 19, 2019)

(Via Crucis en el Coliseo, April 19, 2019)


Mi Oración para Ustedes

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Únanse a mí por favor para rezar con esta oración tradicional para el Viernes Santo:

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.