Cardenal Tobin: Dios camina con nosotros, Peregrinos de la Esperanza

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Vol. 6. No. 13

Mis queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Al entrar en este tiempo santo de Cuaresma, la imagen de un viaje espiritual ocupa un lugar destacado en las lecturas de la Escritura y en las prácticas penitenciales de este tiempo litúrgico. Especialmente durante este Año Jubilar, con el tema “Peregrinos de esperanza”, estamos conscientes de que nos movemos juntos como una familia de fe y de que tenemos un destino común: nuestra patria celestial.

Este año, nuestra peregrinación cuaresmal tiene lugar mientras nos enfrentamos a la realidad de millones de nuestros hermanos y hermanas que están lejos de sus patrias y cuyo futuro en el mejor de los casos, es incierto. El Papa Francisco, que desde el inicio de su pontificado ha sido un incansable y abierto defensor de los migrantes, refugiados y desplazados, compara su situación con el Éxodo del pueblo de Israel en tiempos de Moisés (véase la selección más abajo).

Como señala el Santo Padre:

Los migrantes huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo. Y así como los hebreos en el desierto, también los emigrantes encuentran muchos obstáculos en su camino: son probados por la sed y el hambre; se agotan por el trabajo y la enfermedad; se ven tentados por la desesperación.

Especialmente durante la Cuaresma, la llamada a la oración, al ayuno y a la limosna nos brinda la oportunidad de ser uno en corazón y mente con quienes sufren el miedo y la ansiedad de este tiempo caótico. Como compañeros de peregrinación, debemos rezar unos por otros, y especialmente por nuestros hermanos y hermanas emigrantes. Debemos ayunar y, por tanto, negarnos a nosotros mismos cosas que tantos pobres luchan por obtener para ellos y sus familias. Y debemos dar generosamente a las organizaciones caritativas que ayudan a las personas y familias que han tenido que huir de su tierra natal.

La Cuaresma nos recuerda que nunca estamos solos en el camino de la vida. Dios camina siempre con nosotros: Padre, Hijo y Espíritu Santo. También lo hacen nuestra Santísima Madre María y todos los santos. Todos somos miembros de la familia de Dios, y las luchas y dificultades de otros miembros de la familia son compartidas por todos nosotros.

Como han afirmado sistemáticamente los obispos de Estados Unidos, la Iglesia de nuestro país seguirá acompañando y sirviendo a los inmigrantes con todos los recursos posibles. Porque no somos extraños, sino hermanas y hermanos en Cristo, seguiremos abogando por un trato justo y por la dignidad humana de todos los inmigrantes, independientemente de sus circunstancias políticas o económicas o de su situación legal.

Demos gracias a Dios por los dones espirituales tan abundantes en este tiempo de gracia. Que nos muevan a actuar en favor de los demás mediante la oración, el ayuno y la limosna, para que podamos fortalecernos y apoyarnos mutuamente como peregrinos de esperanza y compañeros de viaje hacia nuestro hogar celestial.

Sinceramente suyo en Cristo Redentor,
Cardenal Joseph W. Tobin, C.Ss.R.
Arzobispo de Newark

Líderes religiosos se unen para oponerse a las deportaciones masivas y se comprometen a proteger a las familias inmigrantes

Maria Margiotta and Sean Quinn, 16 de enero 2025

El Cardenal Joseph W. Tobin, C.Ss.R., Arzobispo de Newark, y más de 35 líderes religiosos de diversas confesiones se reunieron en Newark el 13 de enero para oponerse a las deportaciones masivas anticipadas bajo la próxima administración presidencial.

El evento interreligioso bilingüe, organizado por Faith in New Jersey y Faith in New York, federaciones locales de la organización nacional sin fines de lucro Faith in Action, en colaboración con la Arquidiócesis de Newark, se centró en los pasos espirituales y prácticos que las comunidades religiosas están tomando para resistir las políticas que amenazan la unidad familiar.

El evento, realizado en la Iglesia de Santa Lucía, reunió a líderes católicos, judíos y musulmanes que expresaron su profunda preocupación por las familias inmigrantes en riesgo de separación y desplazamiento. Entre los líderes religiosos presentes se encontraban los obispos católicos de New Jersey, incluidos los obispos auxiliares de Newark Manuel A. Cruz, Elias R. Lorenzo, O.S.B., Michael A. Saporito y Gregory J. Studerus; los obispos de Camden Dennis J. Sullivan y Joseph A. Williams; el obispo de Metuchen James F. Checchio; y el obispo de Paterson Kevin J. Sweeney.

El Cardenal Tobin fue uno de los líderes religiosos que ofreció oraciones y se pronunció en contra de las políticas que amenazan con separar a las familias.

“Nos preocupa profundamente el impacto potencial de las deportaciones masivas en los niños y las familias”, dijo el Cardenal Tobin. “Dentro de la tradición católica y otras expresiones religiosas representadas aquí hoy, somos capaces de ver la humanidad en todos. Cuidamos a los más vulnerables: los niños, los pobres, los huérfanos y, sí, los inmigrantes”.

El Cardenal delineó cuatro acciones clave que las comunidades de fe están tomando para mostrar solidaridad con los inmigrantes: encuentro, acompañamiento, oración y defensa. Estas acciones incluyen escuchar las historias de los inmigrantes, caminar con las familias en solidaridad, acogerlas en las comunidades de fe y abogar por políticas que las protejan del daño.

La administración entrante ha señalado su intención de comenzar deportaciones masivas, una medida que muchos temen conducirá a separaciones familiares generalizadas y aumentará la ansiedad dentro de las comunidades inmigrantes. Según Faith in Action, cuatro de cada cinco personas indocumentadas en EE. UU. han estado en el país por más de 15 años, con casi 9 millones de personas profundamente arraigadas e invertidas en sus comunidades. En respuesta, líderes religiosos de todo el país están prometiendo defender la dignidad humana y solidarizarse con los inmigrantes.

Durante el encuentro, el Obispo Mark J. Seitz de El Paso, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU., enfatizó el compromiso de la Iglesia con la protección de las familias y la oposición a las políticas perjudiciales.

“La Iglesia Católica trabajará para proteger a nuestras familias, dar testimonio de la dignidad humana y defender la libertad religiosa”, dijo. “Trabajaremos por la reforma migratoria y buenas leyes, echaremos agua fría sobre las brasas del odio, predicaremos las Buenas Nuevas y nos opondremos a las deportaciones masivas”.

El evento también contó con los testimonios de dos migrantes, quienes hablaron sobre el terror y la incertidumbre que enfrentan las familias inmigrantes. Elsa, una líder comunitaria de Faith in New York, dijo que muchos viven con miedo constante a la detención.

“Los padres en mi comunidad temen realizar tareas diarias básicas, como llevar a nuestros hijos a la escuela o a los parques del vecindario, porque nos preocupa ser detenidos frente a los niños”, comentó. “Tememos denunciar crímenes a la policía porque podrían colaborar con ICE. Incluso nos preocupa ir a los hospitales porque no nos sentimos seguros”.

El rabino Mordechai Liebling, también presente en el evento, destacó la experiencia compartida de los inmigrantes en las tradiciones judía y cristiana.

“El rostro de Dios se ve en el inmigrante”, dijo. “Tenemos que honrar ese rostro de Dios honrando al inmigrante… Esa es la verdadera prueba de nuestra humanidad. Esa es la verdadera prueba de nuestra fe”.

El evento también destacó la importancia de proteger los “lugares sensibles” — lugares como escuelas, iglesias y hospitales — de las acciones de la autoridad migratoria. Los líderes religiosos presentes instaron a sus comunidades a mantenerse vigilantes y abogar por la preservación de estas protecciones, que están en riesgo bajo la nueva administración.

“Intimidar a la gente de Dios en sus templos, escuelas y hospitales no sería un buen uso de la ley. Sería destructivo para el bien común”, afirmó el Obispo Seitz. “Si llegara a ocurrir que la nueva administración revoca la política de lugares sensibles, debemos oponernos a esto con nuestra oración y nuestro ayuno. Debemos levantar nuestras voces para oponernos”.

El encuentro incluyó un servicio interreligioso en el que representantes de diversas religiones ofrecieron oraciones. Como parte de esta ceremonia, se invitó a todos a escribir los nombres de inmigrantes que conocen y colocarlos en una colección de piedras, un homenaje que proviene de la tradición judía. Luego, los presentes oraron para que esos inmigrantes encuentren paz durante este período de incertidumbre.

El Cardenal Tobin concluyó el evento agradeciendo a los asistentes por solidarizarse con los inmigrantes. Recordó a todos que este no es el fin del problema.

“Debemos mostrar nuestro amor y respeto por nuestros hermanos y hermanas inmigrantes”, dijo el Cardenal Tobin. “Eso es lo que estamos modelando hoy para nuestras comunidades en toda la región y el país. Esperamos que se sientan alentados a cuidar a los inmigrantes durante estos tiempos desafiantes”.


Un Mensaje del Papa Francisco

(Una selección del Mensaje del Papa Francisco para la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2024)

Dios camina con su pueblo

Queridos hermanos y hermanas:

Es posible ver en los emigrantes de nuestro tiempo, como en los de todas las épocas, una imagen viva del pueblo de Dios en camino hacia la patria eterna. Sus viajes de esperanza nos recuerdan que “nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo” (Flp 3,20).

Las dos imágenes ― la del éxodo bíblico y la de los migrantes ― guardan ciertas similitudes. Al igual que el pueblo de Israel en tiempos de Moisés, los migrantes huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo. Y así como los hebreos en el desierto, también los emigrantes encuentran muchos obstáculos en su camino: son probados por la sed y el hambre; se agotan por el trabajo y la enfermedad; se ven tentados por la desesperación.

Pero la realidad fundamental del éxodo, de cada éxodo, es que Dios precede y acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar. La presencia de Dios en medio del pueblo es una certeza de la historia de la salvación: “El Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado” (Dt 31,6).

Muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino. A Él, en la oración, confían sus esperanzas. ¡Imaginemos cuántas biblias, evangelios, libros de oraciones y rosarios acompañan a los emigrantes en sus viajes a través de desiertos, ríos y mares, y de las fronteras de todos los continentes!

Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia, especialmente con los últimos, los pobres, los marginados, como prolongación del misterio de la Encarnación.

Por eso, el encuentro con el migrante, como con cada hermano y hermana necesitados, “es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo Él mismo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos”. El juicio final narrado por Mateo en el capítulo 25 de su Evangelio no deja lugar a dudas: “estaba de paso, y me alojaron” (v. 35); y de nuevo, “les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (v. 40). Por eso, cada encuentro, a lo largo del camino, es una oportunidad para encontrar al Señor; y es una oportunidad cargada de salvación, porque en la hermana o en el hermano que necesitan nuestra ayuda, está presente Jesús. En este sentido, los pobres nos salvan, porque nos permiten encontrarnos con el rostro del Señor.


Mi Oración para Ustedes

Por favor únanse a mi para orar con el Papa Francisco:

Dios, Padre todopoderoso, somos tu Iglesia peregrina que camina hacia el Reino de los Cielos. Cada uno de nosotros habita en su propia patria, pero como si fuéramos extranjeros. Toda región extranjera es nuestra patria, sin embargo, toda patria es para nosotros tierra extranjera.

Vivimos aquí en la tierra, pero tenemos nuestra ciudadanía en el cielo. No permitas que nos constituyamos en amos de la porción del mundo que nos has dado como hogar temporal. Ayúdanos a no dejar nunca de caminar junto con nuestros hermanos y hermanas migrantes hacia la morada eterna que tú nos has preparado.

Abre nuestros ojos y nuestro corazón para que cada encuentro con los necesitados se convierta también en un encuentro con Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.