Del Cardenal: Ayudemos a nuestras hermanas y hermanos migrantes |  22 de setiembre 2023

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Vol. 5. No. 1

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

Del 18 al 24 de septiembre se celebra en Estados Unidos la Semana Nacional de la Migración. Este es un momento para que todos nosotros logremos una mayor comprensión de los desafíos que enfrentan los individuos y las familias en muchas regiones diferentes del mundo que se ven obligados a abandonar su tierra natal debido a los desastres naturales o factores económicos, políticos y culturales fuera de su control. Esta Semana también debería recordarnos las responsabilidades que tenemos debido a lo que escuchamos de la Palabra de Dios y de la firme Tradición de nuestra Iglesia.

Durante los últimos diez años, el Papa Francisco nos ha instado a prestar más atención a las circunstancias que rodean la migración de los pueblos. Nos ha desafiado a ver realmente los rostros de estos hermanos y hermanas nuestros, en lugar de considerarlos simples estadísticas o, peor aún, problemas que nos imponen fuerzas fuera de nuestro control. “Los emigrantes huyen a causa de la pobreza, el miedo o la desesperación”, afirma el Santo Padre. “Eliminar estas causas y poner fin así a las migraciones forzadas exige un compromiso compartido por parte de todos, de acuerdo con las responsabilidades de cada uno. Este compromiso comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer”.

Aprovechemos este tiempo de reflexión nacional para preguntarnos—de manera individual y como comunidades—qué podemos hacer y qué debemos dejar de hacer para acoger y ayudar a nuestros hermanos y hermanas migrantes. En este boletín hay varios enlaces que pueden utilizarse para acceder a recursos útiles. Les ruego que los utilicen. Gracias y que Dios les bendiga.

Sinceramente suyo en Cristo Redentor,

Cardenal Joseph W. Tobin, C.Ss.R.
Arzobispo de Newark


Mensaje del Cardenal sobre su participación en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en Roma durante el mes de octubre de 2023

La paz sea con ustedes.

Como muchos de ustedes ya saben, se me ha pedido que participe en el Sínodo de los Obispos que se llevará a cabo en Roma durante este mes de octubre. Esta reunión tan importante incluirá a laicos, miembros de órdenes religiosas, sacerdotes y diáconos, así como a obispos. Será una “etapa fundamental” en el camino sinodal iniciado por el Papa Francisco en octubre de 2021.

Durante los últimos dos años, ha habido muchas consultas a nivel local, nacional e internacional sobre el tema: “Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión”. Se ha publicado un documento que resume las opiniones llegadas de todo el mundo para preparar la reunión de octubre. Para comprender mejor todas estas discusiones, pueden encontrar esta información en el sitio web de nuestra arquidiócesis website.

Durante los últimos dos años, ha habido muchas consultas a nivel local, nacional e internacional sobre el tema: “Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión”. Se ha publicado un documento que resume las opiniones llegadas de todo el mundo para preparar la reunión de octubre. Para comprender mejor todas estas discusiones, pueden encontrar esta información en el sitio web de nuestra arquidiócesis.

Muchas personas me han preguntado qué significa “sinodalidad” y por qué es decisiva para la vida y misión de nuestra Iglesia. Sinodalidad significa “caminar juntos”. La Iglesia se ha reunido en sínodos desde sus comienzos con el propósito de llevar a cabo eficazmente su misión de proclamar el Evangelio a todas las naciones y pueblos. Como nos recuerda el Papa Francisco con frecuencia, nuestro caminar juntos es lo que manifiesta la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero.

Cada cristiano bautizado está llamado a ser un discípulo misionero de Jesucristo. Esto significa que todos somos corresponsables de la misión de la Iglesia. Es de vital importancia que nos escuchemos unos a otros con respeto, para discernir lo que la Palabra de Dios nos está diciendo aquí y ahora, mientras nos enfrentamos a los desafíos y a las oportunidades que nos presenta la vida en el siglo XXI.

Las conversaciones que tendrán lugar en Roma el próximo mes se basarán en tres preguntas fundamentales: Primera, ¿cómo podemos estar unidos y no divididos como discípulos misioneros? Segunda, ¿cómo podemos llevar a cabo eficazmente la misión de la Iglesia en el mundo actual? Y tercera, ¿qué debemos hacer para involucrar a TODOS los cristianos plena y activamente en la misión y el ministerio de Jesús?

Las ideas generadas durante esta etapa del Sínodo en Roma serán discutidas durante el próximo año en las comunidades diocesanas de todo el mundo, en preparación para la sesión final del Sínodo en octubre de 2024. Les pido que oren por el Papa Francisco y por todos los que participaremos en el Sínodo el próximo mes. Que el Espíritu Santo, que ha guiado el camino de la Iglesia a lo largo de la historia, nos ayude a escuchar en oración la Palabra de Dios y a participar en un diálogo fructífero entre nosotros, para el bien de toda la humanidad y para la protección y cuidado de nuestro hogar común.

Muchas gracias y que Dios los bendiga.


En un mundo marcado por un inmenso sufrimiento, la difícil situación de los migrantes y de los refugiados se destaca como un problema global apremiante. La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) es una oportunidad para que la iglesia mundial y los fieles católicos participen en la oración, la reflexión y la acción en nombre de nuestros hermanos y hermanas que se ven obligados a huir de sus hogares. La Semana Nacional de la Migración solo se celebra en EE. UU. y se basa en las ideas presentadas en la JMMR y está adaptada al público estadounidense. En 2023 celebraremos la Semana Nacional de la Migración del 18 al 24 de septiembre, que culmina con la JMMR ese domingo 24.

El tema de este año, “Libertad para elegir si migrar o quedarse”, arroja luz sobre las causas profundas que impulsan la migración. En muchos casos, la guerra y el conflicto han dejado a las personas sin otra opción que abandonar sus hogares y buscar seguridad en otro lugar. El conflicto sirio, por ejemplo, desplazó a millones, creando una de las mayores crisis de refugiados de la historia moderna. Más recientemente, la invasión rusa de Ucrania desplazó a cientos de miles de personas, muchas de las cuales huyeron a países vecinos en busca de seguridad. En ambos casos, la migración no es una elección, sino una necesidad de supervivencia.

El papa Francisco enfatiza la importancia de comprender los factores sistémicos que contribuyen a la migración forzada, como la inestabilidad política, la desigualdad económica y la persecución. Por medio de la promoción, la educación y las obras de caridad, los fieles católicos pueden trabajar para crear un mundo en el que las personas y las familias sean libres de elegir si migrar o quedarse en su tierra natal. Al abordar estos problemas, podemos ayudar a crear las condiciones para que las personas vivan con seguridad y dignidad, independientemente de qué país llamen hogar.

Aprovechemos esta Semana Nacional de la Migración y la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado como una oportunidad para profundizar nuestra comprensión de los complejos problemas que impulsan la migración forzada y para renovar nuestro compromiso de construir un mundo justo e inclusivo. (Fuente: https://justiceforimmigrants.org/national-migration-week-2023)

A continuación, encontrará enlaces a recursos que quizá desee compartir en la página web o el boletín de su comunidad o parroquia.


Un Mensaje del Papa Francisco: Palabras de Desafío y Esperanza

Pope Francis smiling at camera

Una selección del Mensaje de Su Santidad el Papa Francisco por la 109 Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado
Septiembre 24, 2023

Libres de elegir si migrar o quedarse

¡Queridos hermanos y hermanas!

Los flujos migratorios de nuestros días son expresión de un fenómeno complejo y articulado, cuya comprensión exige el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, incluyendo un eventual regreso.

“El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2,13). La huida de la Sagrada Familia a Egipto no fue fruto de una decisión libre, como tampoco lo fueron muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel. Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es. Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir.

“Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia” (Gen 46,6). Fue a causa de una gran hambruna que Jacob con toda su familia se vio obligado a refugiarse en Egipto, donde su hijo José les había asegurado la supervivencia. Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación. Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades. Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común.

“Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno” (Hch 2,44-45). ¡El ideal de la primera comunidad cristiana parece muy alejado de la realidad actual! Para que la migración sea una decisión realmente libre, es necesario esforzarse por garantizar a todos, una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia. Está claro que la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables. Sin embargo, aquellos han de estar en condiciones de realizar tal cosa sin ser despojados de los propios recursos naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos pocos. Y allí donde las circunstancias permitan elegir si migrar o quedarse, también habrá de garantizarse que esa decisión sea informada y ponderada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones peligrosas o de traficantes sin escrúpulos.

“En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad” (Lev 25,13). La celebración del jubileo para el pueblo de Israel representaba un acto de justicia colectivo; todos podían “regresar a la situación originaria, con la cancelación de todas las deudas, la restitución de la tierra, y la posibilidad de gozar de nuevo de la libertad propia de los miembros del pueblo de Dios” (Catequesis, 10 de febrero de 2016). Mientras nos acercamos al Jubileo del 2025, es bueno recordar este aspecto de las celebraciones jubilares.

“Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt 25,35-36). Estas palabras resuenan como una exhortación constante a reconocer en el migrante no sólo un hermano o una hermana en dificultad, sino a Cristo mismo que llama a nuestra puerta. Por eso, mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular. Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera.

El camino sinodal que, como Iglesia, hemos emprendido, nos lleva a ver a las personas más vulnerables—y entre ellas a muchos migrantes y refugiados—como unos compañeros de viaje especiales, que hemos de amar y cuidar como hermanos y hermanas. Sólo caminando juntos podremos ir lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de Mayo de 2023 (fuente: https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/20230511-world-migrants-day-2023.html)


Mi Oración para Ustedes

Por favor, únanse a mí en oración para rezar esta Oración del Sínodo para una Iglesia de Corazón Abierto:

Cardinal Tobin standing a podium, with his fingertips together in prayer.

Jesús, te vemos en los Evangelios
acogiendo a todos los que estaban cerca de ti,
como el hombre con espíritus malignos o el hombre de la mano seca.
Te vemos caminando con los discípulos de Emaús
o consolando a la viuda
que ha perdido a su único hijo.
Nos enseñaste a abrazar la vida tal como viene,
a centrarnos en las personas,
sin importar quiénes son o qué han experimentado.
Danos tu gracia y tu luz
para imprimir “tu estilo” en la Iglesia,
para comprender a los demás tal como son
para comprenderlos desde lo más profundo de su corazón
más allá de sus palabras y acciones.
Que seamos una Iglesia de corazón abierto,
una Iglesia receptiva y que camina con los demás.
Amén.