La Resurrección de Jesús

   


El idioma oficial de la Iglesia es el latín, la antigua lengua de Roma. En los textos de la Iglesia, la Pascua es Pascha, palabra derivada del hebreo Pasch o pascua. La Pascua del Señor es el suceso de salvación que se complete con la resurrección de Cristo de entre los muertos. En las lenguas que derivan del latín, se mantiene el nombre.

Sin embargo, el inglés, a pesar de contar con varias palabras de origen latín, tiene raíces germánicas, al igual que el alemán moderno. En alemán, Pascua se dice Ostern; y aunque el origen de la palabra no está muy claro, podría hacer referencia a la referencia a la salida del sol en el Este (Ost), suceso del que depende nuestra existencia natural. El mismo Cristo es llamado a veces el Oriente, porque es de Él de quien depende nuestra resurrección del pecado a la gracia, así como la resurrección de nuestro cuerpo al final de los tiempos.

El Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo 638, expresa:

La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:

Cristo ha resucitado de los muertos,
con su muerte ha vencido a la muerte.
Y a los muertos ha dado la vida.

En Romanos 6,5-11, leemos lo siguiente:

“Porque si hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto, queda librado del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; más su vida, es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”.

La Resurrección del Señor está presente en los cuatro Evangelios y también aparece en las epístolas.

El Evangelio de San Lucas 24,1-12 nos relata:

“El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. “» Y ellas recordaron sus palabras. Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y se volvió a su casa, asombrado por lo sucedido”.

También hay relatos de la Resurrección en Mateo 28,1-10, Marcos 16,1-13 y Juan 20,1-29.

Fuente: ewtn.com/es/catolicismo/fiestas-liturgicas/pascua-de-resurreccion-21067